lunes, 31 de mayo de 2010

LA PINTURA COMO EXPERIENCIA HERMENEUTICA

Julián Palau
La pintura se instaura como el ojo del mundo, como lenguaje de la imagen. En un comienzo no existió la pintura separada de la imagen social. La imagen plasmada por la sociedad era la pintura. La sociedad expresaba grafismos y formas de ver a través de los que grababan o pintaban imágenes. Los que pintaban las imágenes imponían a los otros las imágenes y a través de esas imágenes se veía lo que se veía. Lo visible y lo invisible. Todos estaban de acuerdo con las imágenes. Eran tan poderosas que en algún momento se prohibieron. Como si los Dioses estuvieran celosos o en desacuerdo. Dios se sintió atrapado al ser identificado. Dios no puede tener identidad. Su identidad sobrepasaba todo entendimiento, encasillamiento y definición de imagen. Pero eso pasó solo una sola vez. Alá solo admite que se escriba su nombre, pero no de cualquier manera. El Coran en su fina caligrafía, cual jardín cuidado y lleno de flores, anticipa otra visión; una visión que no se podrá definir, pero si anticipar.

La pintura primero fue divina, las cosas eran divinas y brillantes y encarnaban el misterio y el poder. La imagen conservaba ese poder; lo retenía y lo portaba. El pintor y el poeta eran los iluminados que guardaban la visión, ellos recibían la inspiración divina. Ser pintor hoy, aún es estar arrobado por la luz, como Turner o como Vincent van Gogh.

La pintura es un lenguaje y como lenguaje, también es como el lenguaje de las palabras. Como a las palabras las anteceden otras palabras, a las imágenes las anteceden otras imágenes. Los pintores pintan sobre otras imágenes, sobre las que tienen el lenguaje de la pintura. El lenguaje de la pintura es un dialogo y es una interpretación. Los pintores interpretan el mundo, le dan forma, le dan imagen. La imagen del mundo es la imagen del mundo en la pintura. La fotografía fue una herida para la pintura, pero también para la imagen del mundo. La pintura era el vuelo y la imagen sagrada. Con la fotografía el mundo dejo de soñar. Pero hay salvedades, hay fotógrafos poetas que heredaron de la pintura la mirada, la mirada de lo imposible en lo posible.

Cada época fabrica su propia imagen, que es también como fabricar su propio espejo. Lo plasma y lo dona a la siguiente época. Los contemporáneos dicen con imágenes lo que no se alcanza a decir con las palabras. Aun los bandos enfrentados en guerra establecen un primer acuerdo que es un acuerdo de imágenes.

La pintura como arte es una elaboración cada vez más compleja y sutil, mas cargada: llena de pliegues, de sustratos, como un palimpsesto cultural.

Entender la pintura es entender su lenguaje. La pintura propone experiencias existenciales, sitúa el ser en cuestión, pero no se propone una aporía mental, sino una experiencia significativa; propone el nacimiento de nuevos símbolos, enriquece otros, los hace vivenciales; propone otra existencia y despierta la imaginación. La pintura es imaginación y verla es imaginar mundo. Al entender la pintura no se interpreta la pintura en si misma sino una particular forma de ver el mundo por la pintura. Un ver aquello. La pintura me permite sustraerme del mundo para mirarlo desde allí. Para proponer otro mundo o al menos otra forma de ver el mundo. Vivir la pintura es dejarse quemar por el sol.

sábado, 20 de marzo de 2010

viernes, 5 de marzo de 2010

retrato